
Oh la estupidez humana. Al parecer el calor le ha achicharrado el cerebro a mi familia adoptiva. Todo comenzó la nochevieja, cuando luego de las 00.00 hrs. tomaron maletas y bolsos (y bastante alcohol) y fueron corriendo a dar una vuelta a la manzana. Para viajar, dicen... claro que hay quienes se suben a una silla para lograr el mismo efecto. Peor.
Pero eso no fue todo... al regreso se dieron cuenta de que yo seguía ahi, incólume, protegiendo una marraqueta que más tarde sería nombrada como Marraqueto XVI. Por más que me oculté no pude evitarlo. En dos segundos estaba dentro de un bolso de viaje.
¿Y qué pasa si yo no quiero vacaciones? ¡Y que son las vacaciones? Gastar dinero para salir a unos cuantos kilómetros de la propia casa, hacer filas para comprar pasajes, agarrarse a combos con la demás gente para subir al bus, sufrir con el peso de las maletas, llegar a un sitio y buscar alojamiento, para luego llegar a un sitio (generalmente lleno de arena) a buscar espacio para poner una toalla de 1 m x 1m y quemarse como cangrejos al sol... porque lograr entrar al agua ya es otro chiste.
No... yo prefiero la soledad de mi hogar, junto a Marraqueto. Las visitas ocasionales de algún pelotudo que trae noticias del exterior, la sombra de los árboles y el agua que me cae encima cuando riegan y no me ven.
Al fin y al cabo, el objetivo de todo este show es relajarse, no? Y para eso no hay nada como el hogar vacío cuando todos estos pelotudos se van y me dejan sola.