jueves, abril 27, 2006

Mi primo Simba


Mi primo Simba es extranjero. Técnicamente no es primo mío, porque mi mamá está perdida por ahí en algún cerro de Lampa y si se ha cruzado con toro animal, seguro es un zorro o algo así.
Simba es hijo putativo de un primo de mi familia... y es extranjero. Chino, para ser precisos. Al pobre se lo trajeron por exótico (vamos... raro, seamos francos) y resulta que acá anda muerto de calor, todos lo miran raro, no escucha y no ve bien por culpa de los rollos que tiene.
Encima no se las entiende bien con el idioma... hace una especie de GGGGGGGGGOOOOOOO en vez del tradicional GUAU... o WOW o GRAU. Y no hay caso con que aprenda a ladrar en español.
Un detalle es que tiene un hocico enorme, y cuando toma agua le tienen que dar en objetos más amplios. Y luego se babea entero. Pero aunque esté lleno de babas la gente lo quiere y lo busca, y el se deja querer. Porque si algo tiene Simba es que es re dulce... no ha faltado el que le ha hecho el chiste de "ven acá perro desgraciado" pero dicho en tono dulzón, y el pobre Simba va alla corriendo con sus babas.
Pero se ha ganado su espacio y la vida de campo le sienta bien.

jueves, abril 20, 2006

Tambien puedo ser ruda


Este de acá me agarró de malas pulgas. Literalmente... saltó del patio de al lado y me dijo que Marraqueto, MI marraqueto, era una marraqueta nada más. No lo pude soportar. Mi familia me detuvo cuanjdo iba a empezar a raparle la cabeza para dejarlo con un mohicano.

lunes, abril 10, 2006

En celo...


De pronto la sangre se me sube a la cabeza, y al corazón y a la punta de las uñas de mis patas. Y siento cada latido más fuerte, y me surgen las intenciones y los porqués y los quizás. De pronto veo todo rojo con rubores rosas, y los olores me parecen más penetrantes, las miradas más punzantes, los ladridos más desesperados...
De pronto me despierto con un gran suspiro, y me veo pegada a la reja mirando pasar sombras sin forma, pies, manos, patas, narices... hasta que una de ellas se eleva, vuela y entra en mi como una ráfaga de viento... y me apuñala y soy feliz. Pero luego abro los ojos y la figura pasó ante la reja sin decir nada. Y me quedo mirando, esperando que otra bocanada de aire me vuelva a levantar.

jueves, abril 06, 2006

Sabina y yo


Hay gente que despierta el instinto más dormido. No sólo el instinto sexual, sino el de vivir, de oler, de ladrar, de morder, de sentirse parte del mundo. Hay gente que abre los ojos a los demás hundiendose en lo que evitamos ver. Sabina, el poeta de las noches perdidas... Foto de mi encuentro con él. Sí, soy una maldita perra famosa, ¿y que?

martes, abril 04, 2006

Métodos para recuperar la cordura


De un tiempo a esta parte, un trozo de mi se ha vuelto totalmente sicótico. Tal vez sea producto de las interminables horas de rutina que pueblan mi vida, donde ya ni los ladridos tienen sentido semántico para mí. Es decir… ¿qué diferencia hay entre un WOW y un GUAU? ¿O entre un GRRRR o un GGGGGGGGG? Nada, sólo el vacío de horas perdidas… ¿quién soy? ¿qué soy? Un kiltro sin pasado, con una ascendencia genética distorsionada, que vive en medio de una familia adoptiva que me inventa canciones y que es digna de un Reallity Show del tipo The Ousbournes (o como coño se escriba).
Más tarde me dedicaré a una descripción exhaustiva de esta manga de engendros (a los que quiero mucho… no confundir amor con catatonia intelectual frente a sus idioteces). Ahora sólo hablaré de mi, porque soy una perra autorreferente.
Pues bien, en medio de la pérdida del sentido de la existencia propia, decidí establecer una serie de experimentos para intentar recuperar la cordura perdida. Estos intentos son más o menos así:

1. Convencer a una tropa de ratones incautos para que se metieran en la cocina de la casa, y luego deshacerme de ellos. A la tradicional manera animal. Me declararon persona non-grata, falsa y estafadora… pero nadie les dijo que la vida era fácil.
2. Meditar cada vez que entono un ladrido. Antes y después, para establecer cuál es el sentido de ladrarle a pájaros que no alcanzo a ladrar o a personas que me miran con cara de lástima cuando les grito tras las rejas. Esto ha disminuido la cantidad de ladridos malgastados.
3. Yoga. Básicamente intentar morder la cola y estirar mi columna hacia atrás.
4. Conversaciones con la tortuga de la casa. No sabe nada del mundo, pero es más vieja que yo… algo más entenderá.
5. Mirar el techo, sobre todo la parte donde se les olvida que ya regaron, en el segundo piso, donde ya se ha formado una interesante mancha multiforme.

Eso por ahora… no ha dado mucho resultado, pero no he logrado convencer a mi familia de que me lleve al sicólogo.