jueves, abril 12, 2007

Marcas


Tengo tres cicatrices en la piel (que se notan mucho por la ausencia de pelos), y cada una me trae a la cabeza el momento nítido en el que me la hice. Cuando las miro recuerdo, y se quedaron ahí por eso...
Guardando las proporciones, hay gente que es como las cicatrices, en el sentido que dejan marcas que son muy difíciles de borrar e imposibles de olvidar. Para bien y para mal, pero hoy quiero hablar de la buena opción.
Hoy 12 de abril se cumplió un año de la partida de una de las personas que más he querido en mi perruna vida. Una mujer que sobre todos los logros obtenidos (cinco hijos, familia enorme, título de ingeniero agrónomo en un tiempo en el que las mujeres sólo servían para cocinar) dejó una tremenda marca de amor en todos los que conoció.
Yo soy mañosa y probablemente heredé una psicopatía de mi madre Colaless (que debe andar por algún lugar de los cerros de Lampa persiguiendo conejos inexistentes), pero aún así la Abuelita me quería y me rascaba la cabeza. Aunque fuera peluda y patas cortas, ella me hacía cariño igual, porque la sangre de su sangre no corría en este caso.
Así hay gente a la que uno recuerda porque sí. Porque alguna vez te rascó la guata cuando lo necesitabas, o te llenó el plato de agua cuando te vio tratar de abrir la tapa del baño para langüetear algo, o simplemente porque te quiso y también quisiste desinteresadamente.
Y cuando se van las lloras mucho, pero ya no las recuerdas con pena porque te dejó marcas que no se borran y de alguna manera se quedaron contigo. Así como ella se quedó con todos nosotros, y ayer cuando la recordamos nos entregó uno de los momentos más bizarros y divertidos que hemos tenido en mucho tiempo... chistoso, como era ella. Inolvidable también.

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